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Toledo, ciudad con infinitas curiosidades (X): Los Azacanes, una profesión olvidada.

Con motivo de los 100 años que se van a cumplir a finales de este año 2014, de la muerte de Casiano Alguacil, he querido hacer una entrada de una de las profesiones que más fotografió este genio de la fotografía.

El azacán. Casiano Alguacil
El azacán. Casiano Alguacil
Azacán o aguador es aquel cuyo oficio era el de transportar el agua desde los ríos o manantiales cercanos, al centro de la ciudad, con el fin de abastecer a la población de agua "potable". Y es que por entonces los oficios, y la vida en general, era mucho más dura que ahora, y podemos afirmar aquello de "cualquier tiempo pasado fue PEOR", al menos en ese sentido.

El oficio se convirtió en absolutamente imprescindible para una ciudad en la que el desnivel con el río era tal, que solo las "mágicas ruedas" del artificio de Juanelo Turriano fueron capaces de salvarlo.

Respetado por todos, la figura del aguador se popularizó y ya en 1385 se llamaba "cal de azacanes" a la actual calle de los azacanes. En 1563 se redactaron las normas en las que se decía que el ejercicio era libre, pero que tales aguadores se debían atener a unas normas sobre las medidas de sus cántaros. Estos debían contener cinco azumbres y cuarto de agua e ir sellados por su fabricante "con la marca que por mandado de la ciudad al presente se le ha dado a cada uno". El incumplimiento suponía una multa de 200 maravedíes y la rotura de los cántaros de medida inferior.

Y es que en 1561 vivían en la Calle Azacanes 137 vecinos nada menos, entre los que se encontraba "Jirónima de Cuevas", tal vez la compañera del Greco, aquella que muchos piensan que está detrás de "La dama de Armiño".

Aunque lejano, es un bonito enlace el que hay entre Casiano Alguacil y Domenico Theotocopulis, atraves de los azacanes.

El azacán. Casiano Alguacil
El azacán. Casiano Alguacil

Hay muchas más menciones literarias a esta figura, entre ellas la del "Lazarillo de Tormes", que ejerció durante cuatro años esta profesión, al servicio del capellán de Toledo, y de la que decía: "púsome en poder un asno, y cuatro cántaros, y un azote, y comencé a echar agua por la ciudad. Este fué el primer escalon que yo subí para venir a alcanzar buena vida, porque mi boca era medida. Daba cada día a mi amo treinta maravedíes ganados. Fuéme tan bien en el oficio, que al cabo de cuatro años que lo usé, con poner en la ganancia buen recaudo, ahorré para me vestir muy honradamente de ropa vieja".

Por último dejo un video de 1933 que he encontrado en el fantástico blog de Toledo Olvidado.


Fuentes:

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